La rebelión de los jueces 

Imaginemos una Cámara de Diputados donde el Secretario Administrativo o el Legislativo gocen de prevalencia e importancia por sobre los legisladores o que lo mismo ocurriese con los directores o secretarios de bloques, en ese caso todos coincidiríamos en que, como mínimo, se ha desnaturalizado un Poder del Estado.

Claramente no se podría explicar la existencia del Poder Judicial sin la presencia de los jueces así como no podría hacerse la del legislativo sin los diputados ni menos aún del ejecutivo sin el gobernador.

Es que en uno y en otro caso debe decirse que el aparato administrativo se justifica en la medida en que sustraiga la carga meramente administrativa a Diputados y Jueces pero sin desbordar ese límite, el que debe ser infranqueable.

Imaginemos ahora que en el Poder Judicial el aparato administrativo adquiera supremacía por sobre los magistrados donde los llamados administradores de tal sector pretendan «manejar» a los jueces donde los «asistentes» sean en los hechos los que manejen los expedientes, seguramente también coincidiríamos en que se habría perdido el sentido del deber ser de ese poder.

Dicho claramente no puede admitirse que administradores se conviertan en preceptores administrativos de los jueces ni en «conductores sin carnet» (designación constitucional) de causas jurisdiccionales.

Es misión de los jueces, es su constitucional obligación, ejercer en plenitud sus potestades rebelarse contra toda organización administrativa que voluntaria o involuntariamente condicione, cercene, altere o de cualquier modo limite su conocimiento y manejo de las causas so pretexto de alivianar su carga laboral.

Tengo para mí que todos, asociaciones profesionales, asociaciones civiles, prensa y demás deben verificar que ese desvío no se concrete entre nosotros pues de pasar estaríamos en un verdadero problema.

Dicho descarnadamente, no podría postularse la existencia de un Poder Judicial independiente sin que los jueces sean la piedra angular de su existencia.-