El silencio es complicidad

POR EDUARDO QUATTROPANI

Fiscal General de la Corte de Justicia de San Juan

En el tema narco, quienes ocupaos ciertos cargos, los que tenemos la posibilidad de hacer escuchar nuestras voces, no tenemos derecho a quedarnos callados. No estamos habilitados moralmente a no decir nada.
En nuestro caso, el silencio, casi es un signo de tácita complicidad. Eso creo, así lo vivo.
Por cierto, idénticas calificaciones les corresponden a los que hablan sin tener la más mínima idea del tema, o al parecer, hacen poliquitería barata buscando culpas ajenas u ofreciendo soluciones mágicas. Eso también lo creo.
No voy a caer en la grosería de decir o afirmar que nuestra juventud, la inmensa mayoría está alcanzada por el flagelo. Pero sí puedo aseverar que muchos conocidos y amigos viven el drama de las drogas en sus casas.
Cada día más y eso nos debe conmover no para ponernos a llorar sino para ponernos en acción, tanto en la prevención, la lucha sin cuartel contra los negociantes de la muerte y el tratamiento de esos jóvenes.
Sé que a los que no les toca todavía sufrir en carne propia el problema, pueden incurrir en el gravísimo e injusto error de juzgar a los padres de los jóvenes, tal como si existiera un protocolo o una fórmula para aislar a los chicos de la indecencia de la calle, de la vida en sociedad.
Repito desde ciertos cargo, desde ciertas posiciones en la sociedad no hay derecho en el tema, al silencio, a la indiferencia, ni al uso berreta del flagelo, ello es imperdonable.
Sin meterme en temas religiosos, recuerdo que Jesús corrió a latigazos a los mercaderes del templo. El Estado hoy está convocando a poner en caja a los narcos, grandes y pequeños, pues uno es funcional al otro.
Siento que se lo que debemos a nuestros jóvenes que están luchando por salir, siento que se lo debemos a todos nuestros chicos y sus familias. Siento que nos lo debemos a nosotros mismos. Y sé, no tengo dudas, que tenemos con qué.