• 17/12/2022

Historias de las que poco habla la historia

Historias de las que poco habla la historia

Mal que les pese a los admiradores de próceres inmaculados, subidos a una estatua y ejemplos de vida en todos los campos, los próceres argentinos fueron hombres de carne y hueso que amaron, odiaron, tuvieron hijos y supieron de excesos. Nada de eso les impidió servir a la patria y ser protagonistas de una inmensa obra. Acá la historia del Libertador de América.

El matrimonio sería una interminable fuente de infelicidad para la niña Remedios.

El extraño matrimonio del general San Martín

REMEDIOS DE ESCALADA TENÍA 14 Y ÉL 34 Y VIVIERON JUNTOS MUY POCOS MESES. AUSENCIAS Y AMANTES

María de los Remedios de Escalada nació en Buenos Aires, Virreinato del Río de la Plata, el 20 de noviembre de 1797.
Era hija de Tomasa de la Quintana y de Antonio José de Escalada, en el seno de una familia porteña de gran prestigio social y solvencia económica. Se crió en un hogar que luego de la Revolución de Mayo fue centro de reuniones de los patriotas.

Remedios de Escalada de San Martín.

Tuvo una vida matrimonial desgraciada porque se casó con un hombre con el que casi no vivió. Él tenía 34 y ella 14 cuando se casaron. Ella falleció a los 25 años y en los 11 años de casados, no estuvieron ni 365 días juntos. No fue un matrimonio feliz de ninguna manera.

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Remedios de Escalada conoció a José de San Martín, uno de los oficiales militares que habían retornado a Buenos Aires el 9 de marzo de 1812 para incorporarse a las luchas por la Independencia Hispanoamericana. Se conocieron en una de las tertulias que organizaban las familias para que las señoritas casaderas encontraran un buen partido.
El caso es que, para algunos se trató de un amor a primera vista. Para otros fue un arreglo matrimonial entre San Martín y los Escalada, debido al carácter aristocrático de la familia de la novia, las costumbres sociales de la época y la propia agenda política de San Martín.

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Con este matrimonio, los Escalada constituían una alianza con un oficial con una promisoria carrera y San Martín podría tener una vinculación social al aliarse con la aristocracia porteña. Sin embargo, San Martín tuvo conflictos con su familia política y rechazaba sus formas aristocráticas. Una cena con Bernardino Rivadavia terminó en un incidente entre ambos.

A pesar de que Remedios era una adolescente de 14 años, tras un muy corto noviazgo, contrajo matrimonio con San Martín el 12 de septiembre de 1812 en la Iglesia de la Merced. La ceremonia, íntima, tuvo como testigos, entre otros, a Carlos María de Alvear y a su esposa, Carmen Quintanilla.

Antonio José de Escalada, padre de Remedios, fue uno de los revolucionarios de Mayo

Tomasa de la Quintana, madre de la joven, se opuso a la relación con San Martín

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Pensemos un poquito en las edades. Una adolescente de 14 años, hija de una familia aristocrática casada con un militar de 34. Y ubiquémonos en la época.
Remedios permaneció en casa de su familia debido a las responsabilidades de San Martín en relación al recién creado regimiento de Granaderos a Caballo, por lo que la pareja estuvo separada durante largas temporadas; sólo pudieron volver a reunirse luego del 10 de agosto de 1814, cuando San Martín fue designado gobernador de la Intendencia de Cuyo. Es decir, casi dos años más tarde.

Remedios, a fines de 1814, se trasladó a Mendoza para reunirse con su marido, entonces gobernador cuyano. Allí se incorporó a la sociedad local y colaboró en las tareas de organización del Ejército de los Andes para liberar a Chile y Perú. Fue ella quien promovió la entrega de las joyas personales, gesto en el que la acompañaron las damas mendocinas el 10 de octubre de 1815, para contribuir al equipamiento de las fuerzas.

La tumba de Remedios de Escalada en el cementerio de la recoleta. En la pared adyacente hay una placa con su rostro.

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El 24 de agosto de 1816, nació Mercedes Tomasa, su única hija y futura compañera del padre exiliado. En la Navidad de ese año, celebrada en el hogar de los Ferrari, San Martín sugirió la idea de dotar al ejército de una bandera y Remedios, con sus amigas, la confeccionó en pocos días.
La partida de San Martín hacia Chile, junto con la delicada salud de Remedios, quebrada por la tuberculosis, obligó a regresar a la esposa a Buenos Aires, quien comenzó su retorno el 16 de marzo de 1819 para instalarse nuevamente en la casa de sus padres en Buenos Aires. Era tal su estado que se dispuso llevar un ataúd por si moría en el viaje.
El general Manuel Belgrano, jefe del Ejército del Norte, ordenó custodiarla en el trayecto. Su escolta fue encabezada por José María Paz hasta Rosario, para protegerla de las bandas que asolaban la zona.

Acta de defunción de Remedios de Escalada

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Enferma de gravedad, Remedios fue llevada a una quinta de la calle Caseros y Monasterio, donde falleció el 3 de agosto de 1823, lejos de San Martín, cuya presencia solicitó hasta su último instante.
Su viudo sólo pudo acudir meses más tarde y dispuso la construcción de un mausoleo en mármol en el Cementerio del Norte (Recoleta) para que descansaran sus restos, junto con una lápida, en la que reza: “Aquí descansa Remedios Escalada, esposa y amiga del general San Martín”.

Él tuvo un solo gran amor: la causa americana. Todo lo demás era secundario y en ese todo estaba
Remedios, sumida en el abandono y el despecho.

Una novela histórica que narra otra versión

Hasta aquí la historia más o menos oficial. Pocos podrían imaginar que el hombre más iluminado y visionario de América libró una de sus batallas más feroces puertas adentro, en su vida familiar.
¿Contra quién?
Remedios de Escalada, su esposa, la madre de su hija Mercedes, la mujer que no pudo realizar sus sueños al lado de este enorme militar. El tuvo un solo gran amor: la causa americana. Todo lo demás era secundario y en ese todo estaba Remedios, sumida en el abandono y el despecho.

 
Florencia Canale es la heredera de un verdadero tesoro de anécdotas y documentos familiares. Siguió de cerca las huellas de esa contienda privada y en su libro logra exponer la cotidianidad de una mujer que no quiso ni pudo someterse al mandato masculino de su época, y que en ese devenir fue capaz de engañar y ser infiel a su marido con hombres de su mayor confianza. 
“Pasión y traición” está narrada con ritmo palpitante. Apela a la ficción pero sostiene un sólido rigor histórico. Es una historia de amor y de furia, de gritos y soledades, que habla de una mujer y su tiempo, de un hombre y sus peores fantasmas.

El libro de Florencia Canale que cuenta la vida de Remedios.
Autora de otros nueve éxitos editoriales, Canale se ha convertido en una referente ineludible dentro del género de la novela histórica argentina

Canale fue entrevistada por el diario El Tribuno, de Salta. Entre otras cosas, esto dijo:

—¿Cuántas traiciones de época revela tu libro?
—Si bien siempre hubo rumores de infidelidad de Remedios y también de San Martín, poco se escribió sobre la vida de Remedios en particular, pero cualquiera se podrá imaginar que una novela de 400 páginas, como es mi libro, es mucho más que el relato de la traición de una mujer. En realidad se cuentan traiciones horrendas de compañeros de San Martín. Es la historia de un momento específico de Buenos Aires, de la pugna de una familia, de un fragmento de esa sociedad.

—Siendo sobrina lejana de Remedios, ¿cuánto te contaron en tu casa que nadie sabe?
—Mi abuelo desde chiquita comenzó contándome historias de “la parienta” como la llamaban. Para mí esos cuentos tomaron relevancia cuando entré a la secundaria y comencé a palpitar la historia. Ahí me di cuenta que no era una parienta más, sino que Remedios era una tía célebre. Comencé a escuchar con más atención, a indagar y a transformar la curiosidad en un trabajo detectivesco.

—¿Alguna anécdota en particular?
— Sí, en general había divisiones en la familia con respecto a las opiniones sobre Remedios. Alguna tía con un poco de malicia me dijo que Remedios no era una santa, como la quisieron pintar. Sin embargo, después de mucho indagar, creo que fue una pobre muchacha con una vida muy desgraciada, que murió a los 25 años enferma de tuberculosis y en ese tiempo, ser tísica no era fácil. Además, su sueño, su fantasía de amor, de historia romántica, se vio absolutamente frustrada. Tuvo una vida matrimonial desgraciada porque se casó con un hombre con el que casi no vivió. El tenía 34 y ella 14 cuando se casaron. Ella se murió a los 25 años y en los 11 años de casados, te puedo asegurar que no estuvieron ni 365 días juntos. No fue un matrimonio feliz de ninguna manera.

—¿Ella participó de la lucha por la independencia?
— Participó donando sus joyas para la campaña y, con las damas mendocinas, hicieron la bandera y uniformes. Remedios dejó todo por San Martín. Ella era la hija de una familia muy poderosa y rica de Buenos Aires y se fue a Mendoza abandonando su vida cómoda para ser la mujer austera de un militar. Hay una anécdota muy conocida: la noche de bodas Remedios llegó a la quinta de su hermana con el ajuar y cuando San Martín lo vio casi le prende fuego. Le dijo que se quedara con lo menos llamativo y ella obedeció sin chistar. Ella tenía 14 y él 34 años. De ser una niña caprichosa que podía tener lo que quisiera, eligió a este hombre con quién no pudo ser feliz.

—¿Crees que San Martín se casó por conveniencia?
 —Te diría que a él le vino muy bien casarse con esta rica heredera que le facilitaba entrar a la sociedad porteña. Cuando San Martín llegó a Buenos Aires no lo conocía nadie, no era nadie. Entonces, entrar al círculo de los Escalada y tener el aval de esta familia tan poderosa, le hacía más fácil instalarse en Buenos Aires.

—¿Remedios lo habrá engañado por frustración o venganza?
 —Seguramente. Porque Remedios era una muchacha de 16 años llena de ilusiones, con toda la frescura de la vida, y estaba al lado de un hombre mucho mayor interesado en otros asuntos. Ella se sentiría muy abandonada y maltratada.

—¿La llegada de Mercedes no mejoró la relación?
 —Mercedes no logró convertirla en una mujer más feliz. Ella quería otra vida y sus sueños no se cumplieron nunca. Además su madre se lo había advertido desde el primer segundo y ella no hizo caso. El padre ya tenía el candidato para ella, que era Gervasio Odorna, pero Remedios se cruzó con San Martín, se enamoró y logró torcer su destino. El padre claudicó y le dio el gusto, aunque la madre estaba en absoluto desacuerdo y se lo hacía notar con desplantes e insultos. Lo despreciaba y le decía en la cara cosas como “soldadote”, “plebeyo”. Pero él hizo de tripa a corazón y siguió adelante.

—Pero San Martín tal vez la quería…
 —La idea que tenemos de amor hoy es absolutamente diferente a la de aquellos tiempos. Juzgarlos después de dos siglos sería ridículo.

—¿Qué te parece el epitafio que le dedicó San Martín a Remedios?
 —Muy frío. El no llegó cuando murió, sino unos ocho meses después y eso enojó mucho más a la familia que nunca le perdonó eso. Pero hay que contextualizar y entender que San Martín estaba enfermo y que entrar a Buenos Aires era difícil. Su vida corría peligro, tenía un precio. El llegó a Buenos Aires a cobrar un dinero que le debía el Estado (y que no le pagó), para buscar a su hija y tomarse un barco a Europa para salvar su vida. Su suegra no le quería entregar a Mercedes, demoraron varios días en dejársela ver y no fue nada fácil para él tampoco. Lo rescatable es que soportó la afrenta y se hizo cargo de su hija. Por eso hago un relato de los hechos, tratando de no ponerme de ningún lado para poder disfrutar. 

Remedios habría tenido encuentros privados con dos subalternos de su marido: Gregorio Murillo y Joaquín Ramiro, a quienes San Martín castigó. Pero el gran romance de ella fue con Bernardo de Monteagudo, compañero de logia de su esposo.

 —¿Fue Bernardo de Monteagudo el gran amor de Remedios?
 —Remedios habría tenido encuentros privados con dos subalternos de su marido: Gregorio Murillo y Joaquín Ramiro, a quienes San Martín castigó. Sin embargo cuando me dijeron lo de Monteagudo, no lo quise creer. Tal vez porque me costaba pensar que Bernardo pudo traicionar a su hermano de logia. En ese tiempo las conspiraciones estaban a la luz del día, no te podías dar vuelta que te daban una puñalada. Era el tiempo de las sociedades secretas y había que transitar en silencio para no crear susceptibilidades y posibilidades de traición. Fue una tía abuela quién me aseguró que Monteagudo y Remedios habían tenido un gran romance. Era un abogado muy buenmozo, un gran seductor y muy mujeriego. 
 

Bernardo de Monteagudo

—¿Cómo fue el final de la vida de Remedios?
 —Estuvo varios años muy enferma y murió cuando apenas tenía 25 años. Remedios volvió de Mendoza a Buenos Aires a vivir en la casa de sus padres, y agravada la enfermedad que padecía, por consejo médico debió irse a una quinta de los alrededores (actual Parque de los Patricios), de propiedad de su medio hermano Bernabé. Abatida y enferma, esperaba siempre la vuelta de su esposo, anunciada tantas veces. La muerte de su padre, el 16 de noviembre de 1821, agravó su malestar, justamente en los momentos en que San Martín renunciaba a gozar de la victoria y de las delicias del poder, después de la célebre entrevista de Guayaquil, y se retiraba para siempre de la escena política, cerrando su vida pública con un gesto de grandeza que debe ser siempre profundamente comprendido, porque su renunciamiento evitó la guerra civil en Sudamérica que habría destruido la obra emancipadora iniciada en mayo de 1810.

—¿Cómo supo de su muerte San Martín?
—Remedios estaba muy atormentada por preocupaciones que facilitaron el desarrollo de su enfermedad. Murió en la quinta en que se radicó para combatir su mal, el 3 de agosto de 1823. San Martín estaba en Mendoza y en junio había escrito su última carta a Nicolás Rodríguez Peña, en que le decía que le había llegado el aviso de que su mujer estaba moribunda, cosa que lo tenía de “muy mal humor”. Pero sus propios males le impidieron llegar a Buenos Aires para ese momento. Su sobrina Trinidad Demaría de Almeida, dijo que murió pensando en San Martín.

Mercedes Tomasa San Martín y Escalada junto a su padre. Öleo de Juan Zuretti, exhibida en Congreso de la Nación.