• 03/12/2022

Más palabras de leyendas sanjuaninas: “Leyenda de la Patroncita”

Más palabras de leyendas sanjuaninas: “Leyenda de la Patroncita”

Por Aída Elisa González
Directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y
Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ.
Miembro de la Academia Argentina de Letras

Cuentan voces vallistas que la primera imagen que llegó al departamento fue la de la Virgen del Rosario traída por los dominicos. El padre Cano trajo otra imagen de la Inmaculada Concepción y le hizo construir un oratorio junto a la margen derecha del río. Al principio los indígenas, la confundían con su Pachamama, pero por la enseñanza evangélica, comenzaron a reconocerla como la verdadera Madre de Dios, hacedora de milagros.

Tanto creció la veneración que se hicieron devotos y todos los ocho de diciembre la sacaban en procesión por las cercanías del oratorio. Pero llegó la época de los alzamientos indígenas, los cuales destruyeron el oratorio y la imagen.

La construyeron de nuevo y tallándola en piedra la siguieron venerando y, cuando oyeron de nuevas sublevaciones se apresuraron a esconderla en un lugar que pocos indios conocían. Así desapareció la imagen de la Virgen, hasta una tarde que a un paisano, que arriaba sus vacas para venderlas a La Rioja, lo sorprendió una tormenta.

Encerró sus vacas en el corral vecino y él se refugió en el grueso tronco de un algarrobo que tenía un gran hueco. Pasó la tormenta, y al amanecer, vio una imagen de piedra que había pernoctado con él. La sacó y le armó un recado en su mula para llevarla a La Rioja. Sus vacas comenzaron a dar vueltas en el corral, sin querer salir para seguir el viaje.

Advirtió el criollo que el comportamiento de las vacas se relacionaba con aquella imagen que quería marcharse. Por eso, le construyó el primer templo y allí la depositó. La siguieron venerando, en especial los ocho de diciembre, incluso encerraron en el muro del templo el algarrobo donde había estado escondido.

Había crecido tanto la Fe, que los arrieros, los pirquineros, mineros la invocan diciéndole ¡Ayúdanos Patroncita! Y quedó como la Patroncita de Valle Fértil.