• 17/06/2023

Por suerte

Por suerte

POR GUSTAVO RUCKSCHLOSS

Caminaba por la vereda y vi, a lo lejos, una madre con un bebé. Seguí mirándolos y, ya más cerca, el bebé se soltó de la madre y se sentó en el suelo como hacen ellos. Es decir con sus piernitas abiertas y se inclinaba para llegar a una hoja de árbol seca y que a duras penas pudo alcanzar gracias a que un soplo de viento se la acercó.

Él la miraba extasiado como descubriendo algo mágico. Alternaba su mirada entre la hoja móvil y a su madre como queriéndole mostrar aquella maravilla que había descubierto y que se movía sola.   

Se estiraba para acercarse hasta que pudo cazarla con la punta de sus deditos. La miraba detenidamente y la movía por el piso para imitar lo que hacía el viento. Ante la indiferencia de la hoja, miraba a su madre como preguntándole por qué no se movía.

Hasta que otro soplo de viento la levantó y la alejó subiéndola por el aire. Allí se quedó, mirando fascinado cómo ella voló sola, sin que él la tocara.

Fue un momento hermoso al ver como la inocencia y la ingenuidad máxima se maravillaba de algo tan simple y se regocijaba con su descubrimiento.

Una vez más vi que para disfrutar no siempre hacen falta circunstancias ni ingenios complejos.  Que está en uno aprender a saborear lo simple. Tampoco hace falta ser un bebé o un viejo para apreciar tantas cosas de la vida que se nos dan.

La súper tecnología es muy buena y útil, pero ninguna iguala la cara de un bebé maravillado y alegre… ¡Por suerte!