• 30/09/2023

El extraño hombre de Neandertal

El extraño hombre de Neandertal

Vendrían a ser unos primos lejanos de nosotros, los homo sapiens. Una especie que se extinguió hace 40 mil años pero que se cruzó sexualmente con nuestros antiguos abuelos. Como eran, en que se diferenciaban de nosotros, donde vivieron, cuáles eran sus costumbres, sus capacidades para hablar, correr o alimentarse. Una historia fascinante y poco divulgada.

Reconstrucción de Homo heidelbergensis, el cual posee una configuración corporal algo más grácil que la de su predecesor.

El hombre de Neandertal es una especie extinta del género Homo que habitó en Europa, Próximo Oriente, Oriente Medio y Asia Central, hace aproximadamente entre 230 000 y 40 000 años, durante el final del Pleistocenomedio y casi todo el superior.

Los estudios paleogenéticos indican un origen común para el hombre moderno y el hombre de Neandertal, así como hibridaciones entre ambas variedades de homínido en, al menos, dos lugares y momentos diferentes: Próximo Oriente y Europa occidental.

Se desconocen las causas exactas de su extinción. Las hipótesis consideradas guardan relación con la expansión del Homo sapiens en Eurasia, así como por los cambios climáticos.

El comienzo de la historia de los neandertales es también el inicio de la paleoantropología. En agosto de 1856 fue descubierto el espécimen que luego sería conocido como Neandertal 1. El lugar fue la cueva Feldhofer en una zona encañonada del valle del río Düssel, cerca de Düsseldorf, en la Renania del Norte-Westfalia, Alemania, que se llama valle de Neander (en alemán Neandertal), nombrado así en honor del compositor y teólogo Joachim Neander.

Esqueleto y reconstrucción de un neandertal. Puede apreciarse la constitución robusta y achaparrada, las extremidades cortas y el prognatismo facial propias de la especie.

El descubrimiento

Los primeros fósiles fueron encontrados en Engis (Bélgica), en 1829 (Engis 2) y en Gibraltar, en la cantera de Forbes en 1848, Gibraltar 1. Pero no se reconoció el significado de estos dos descubrimientos hasta que se dio a conocer el famoso Neandertal 1, hallado en 1856 cerca de Düsseldorf, concretamente en el valle alemán de Neander, tres años antes de que Charles Darwin publicara El origen de las especies.

El descubrimiento, en 1856, fue realizado por Johann Karl Fuhlrott y descrito en 1857 por Hermann Schaaffhausen. Franz Mayer, para explicar dicho hallazgo, inventó una teoría curiosa. Según Franz Mayer, el esqueleto pertenecía a un cosaco ruso que perseguía a Napoleón a través de Europa. Explicaba que el cosaco sufría raquitismo, lo que explicaría la forma arqueada de sus piernas, y que el dolor del raquitismo le hacía arquear tanto las cejas que le produjeron unos fuertes arcos supraciliares.

El descubrimiento, en 1856, fue realizado por Johann Karl Fuhlrott 

En 1864, William King adscribió todos estos hallazgos, y a partir de los restos del denominado Neandertal 1 del valle de Neander, a una nueva especie humana: Homo neanderthalensis​ aunque con reticiencias por algunos colegas.

Las causas de su extinción son todavía motivo de debate, pero no ocurrió sin antes hibridarse con Homo sapiens sapiens quien también mantuvo relaciones sexuales con los denisovanos, dando lugar a individuos fértiles, tal y como demuestran los estudios paleogenéticos.

Mientras Homo sapiens surgió en África hace unos 200 000-180 000 años, desde donde migró hace entre 100 000 y 60 000 años al resto del planeta, los neandertales son descendientes del Homo heidelbergensis europeo, hasta el punto que paleoantropólogos como Antonio Rosas afirman que el Homo heidelbergensis es un neandertal primitivo.

Reconstrucción de Homo neanderhalensis, más bajo y
robusto que su ancestro.

El origen de los neandertales se remonta hasta la Glaciación de Mindel (entre 400 000 y 350 000 años atrás) durante la cual los cambios climáticos y el aumento del casquete polar ártico aparentemente obligó a las poblaciones europeas de H. heidelbergensis a refugiarse del frío en las penínsulas del sur del continente. Estas migraciones produjeron el aislamiento de las poblaciones de H. heidelbergensis, induciendo un cuello de botella en las poblaciones y favoreciendo así la especiación. Una vez finalizada la glaciación las poblaciones de heidelbergensis habían comenzado a adquirir ya rasgos propios de los neandertales. Finalmente hace entre 230 000 y 200 000 años los H. heidelbergensis habían adquirido los suficientes rangos físicos como para ser diferenciados en una nueva especie, el Homo neanderthalensis.

Mandíbula del ‘Homo antecessor’

El descubrimiento del genoma completo del neandertal ha ayudado a establecer de forma más exacta los tiempos de divergencia entre las distintas estirpes. Los humanos se separaron de los neandertales y de los denisovanos hace 571 000 años, mientras que los neandertales y los denisovanos lo hicieron hace 381 000 años.

En la península ibérica hay pruebas de su existencia desde hace unos 230 000 años hasta hace aproximadamente 28 000 años, como indican estudios recientes.

Escena neandertal del legendario paleoartista Charles R. Knight, «Le Moustier Neandertales» 1920

Población

Se ha estimado que la población de neandertales fue más o menos constante durante los 200 000 años que existieron y de tan solo de unos 7000 individuos en todo el continente europeo

El hallazgo del Homo antecessor en Atapuerca ha esclarecido el significado de la mandíbula aparecida en 1907 en Mauer, cerca de Heidelberg (Alemania), la cual coincide cronológicamente con los Homo erectus, pero difiere de estos y de los neandertales, concluyéndose que quizás fuera un estadio intermedio entre Homo erectus u Homo ergaster y neandertales.

Se estima que la época de apogeo se produjo hace unos 100 000 años (con base en las pruebas aportadas por los instrumentos líticos), momento en el cual alcanzaron una distribución que cubría la mayor parte de Europa, Oriente Medio, la zona oeste de las llanuras de Asia central, e incluso pudiendo haber llegado hasta las costas del Pacífico. Tras este periodo de esplendor comenzó su lento declive, el cual fue acelerado con la llegada del Homo sapiens a Europa.

Cómo eran

Los neandertales fueron una especie bien adaptada al frío extremo congruente con la cuarta y última glaciación. Tenían un cráneo alargado y amplio, baja estatura y complexión robusta, amplia caja torácica y nariz amplia de aletas prominentes; rasgos que pueden denotar una adaptación a climas fríos, como se puede observar actualmente en las poblaciones del Ártico, y muy probablemente dueños de un olfato más desarrollado que el del hombre moderno.

Según otra interpretación, la morfología nasal del neandertal es parte de los rasgos faciales asociados a la masticación. Esta robustez esquelética produjo una capacidad de sostener unos músculos de mayor tamaño, que gracias a su ubicación para aumentar al máximo la acción de palanca, otorgaron al neandertal una fuerza física superior a la del Homo sapiens. Con base en los esqueletos de neandertal encontrados en los enterramientos de Shanidar (Irak) se teoriza sobre la posibilidad de que las poblaciones más orientales presentasen una anatomía ligeramente más grácil que la de las poblaciones europeas.

‘Miguelón’, en el Museo de la Evolución Humana de Burgos.

Sus características biométricas, a partir de los huesos fósiles descubiertos hasta ahora (unos 400 individuos), se basan en el mantenimiento de la tendencia a aumentar y mantener la robustez corporal que ya se observa con anterioridad en Homo heidelbergensis. El esqueleto postcraneal robusto da lugar a una configuración corporal achaparrada, con una baja estatura, en la que tiende a reducirse el tamaño de las extremidades y a aumentar el volumen corporal; características físicas propias de especies adaptadas a climas fríos. Poseía una pelvis ancha, extremidades cortas y robustas, un tórax en forma de barril, arcos supraorbitales resaltados, frente baja e inclinada, rostro prominente, mandíbula sin mentón y gran capacidad craneal —1550 cm³—, igual o incluso mayor que la de los hombres modernos.

Peso y altura

Un neandertal medio podía alcanzar unos 1,65 m, era de contextura pesada, dentadura prominente y musculatura robusta, rondando los 70 kg de peso. Si bien su estructura ósea no los hacía corredores de larga distancia, sí podían hacer cortas y rápidas carreras persecutorias o escapistas; eran sobre todo caminantes de largas distancias. Los últimos análisis biométricos sugieren que los neandertales poseían menor resistencia que el ser humano moderno.

¿Hablaban?

Estudios anatómicos han determinado que el neandertal podía articular una fonética limitada respecto a la que actualmente posee el hombre moderno, debido a la ubicación de la laringe, situada más arriba que la de este. Otros estudios recientes indican que los neandertales podían dar grandes mascadas a su alimento gracias a una mayor apertura bucal.

Cuánto vivían

La expectativa de vida de un miembro adulto en un medio ambiente tan extremo, riguroso y hostil no sobrepasaba los cuarenta años en los hombres y treinta en las mujeres.

Alimentación

Durante mucho tiempo se consideró que la dieta de los neandertales estaba basada en la carne, especialmente de animales como caballos, cérvidos y grandes bóvidos, además del consumo de mamuts y rinocerontes. Sin embargo, los estudios y hallazgos más recientes han contribuido a cambiar esta idea, mostrando una dieta mucho más diversificada y acorde con el medio que habitaban.

>Por ejemplo en ambientes mediterráneos las fuentes de alimento también incluyen animales pequeños, como pájaros, tortugas o conejos.

>Por su parte en los ambientes costeros se han hallado rastros del consumo de moluscos marinos y otros animales marinos como focas y delfines.

>Además se ha descubierto que uno de los elementos más importantes de su dieta es la ingesta de frutos y vegetales (rondando el 80% de su dieta), los cuales cocinaban con ayuda del fuego.

>Incluso se han encontrado evidencias que utilizaban diversas plantas como remedio natural contra dolores y enfermedades (como hacen hoy en día las tribus más aisladas de Homo sapiens), como el consumo de corteza de álamo a modo de analgésico natural.

Canibalismo ritual

Dado que los neandertales tuvieron una dieta más variada y rica de lo tradicionalmente considerado, ello implica que tuvieron complejas y diversas técnicas de caza y de recolección que les permitieron adaptarse al medio en el que vivían. En cualquier caso, su dieta dependió de la disponibilidad local.

Por último, cabe señalar que desde los primeros momentos de la especie se han encontrado restos de otros neandertales con marcas de haber sido procesados para extraer la carne de ellos. El análisis dental de los individuos establece que no existe relación entre el consumo de otros neandertales y periodos de escasez de alimentos, sugiriendo que el canibalismo aparece como una conducta ritualística.

Con su extinción, los Homo Sapiens Sapiens fueron los únicos homínidos que quedaron en el planeta y comenzaron a aprovechar los recursos naturales que este les ofrecía y a distribuirse por países europeos donde el clima era más agradable.

El caso del niño de Lapedo

En el año 1908 se halló en Leiria (Portugal) un esqueleto que parece afirmar la idea de que las dos especies sí que se cruzaron. Estos restos tienen los rasgos faciales de un Sapiens Sapiens mientras que los huesos y su estructura son propios de un hombre de Neanderthal.

Teorías sobre la extinción

Las diferentes hipótesis sobre las causas de la extinción de los neandertales

Para explicar el fin de esta especie humana hay distintas hipótesis.

1.Causas fisiológicas

Las explicaciones relativas a las causas fisiológicas vienen explicadas principalmente por la existencia de agentes externos que causaron una alta mortalidad (enfermedades) o por enfermedades del tipo de las encefalopatías espongiformes.

Entre las explicaciones relativas a las enfermedades los defensores explican que podrían haber sido traídas por los humanos modernos venidos desde África y que habrían ocasionado una alta mortalidad debido a que el sistema inmunológico de los neandertales no estaba preparado para combatirlas. Una explicación que recuerda a las mortalidades habidas en América tras la colonización española.

La explicación relativa a las enfermedades del tipo de encefalopatía espongiforme, alguna de ella conocida como el mal de las vacas locas, es argumentada por la práctica del canibalismo y de la ingesta de tejidos neuronales como el cerebro, que causaría ese tipo de enfermedades.

¿Qué pasaría si los neandertales no se extinguieran y coexistieran con los humanos a lo largo de la historia donde la mitad de las personas históricas eran neandertales?

2.Los humanos como causa de la extinción de los neandertales.

Una de las hipótesis tradicionales ha sido la de extinción provocada por la llegada de los humanos modernos, bien explicado por actos de violencia o por el principio de exclusión competitiva.

3. Causas climáticas. El argumento ambientalista

En este debate se mezclan los estudios actuales sobre el cambio climático y sus repercusiones al hombre moderno y los estudios sobre el hábitat del hombre de Neandertal en los últimos miles de años de su existencia. Este hábitat estaría marcado por distintos cambios climáticos que comenzaron hace 45.000 años, durante el MIS 3, tendente hacia un clima frío, pero con rápidas y bruscas oscilaciones climáticas.

4.La teoría de la evolución biológica

¿Qué significa esto? Que una especie es como un organismo vivo, que tiene su nacimiento, su desarrollo y su final. Es una teoría interesante más por su filosofía que por sus evidencias.

Recreación de un neandertal en el Museo Neanderthal.
Imagen de Clemens Vasters

MARIA MARTINON, DIRECTORA DEL CENTRO NACIONAL DE INVESTIGACIÓN SOBRE LA EVOLUCIÓN HUMANA DE BURGOS

“Hubo un tiempo en el que tuvimos descendencia con una especie diferente”

María Martinón puede presumir de haber cambiado los libros de historia. En 2015 participó en el descubrimiento de los fósiles de la gruta de Fuyan. Los restos, de 80.000 años, demuestran que nuestra especie estaba en Asia mucho antes de lo que se pensaba y que, por tanto, la historia de nuestra salida de África es más compleja de lo que creíamos. Martinón, nacida en Ourense hace 45 años, ha publicado más de 60 artículos científicos que han ayudado a reescribir la prehistoria del ser humano. Es una de las mayores expertas en explicar cómo hemos llegado hasta aquí.

El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos (Cenieh), que dirige, es una de las tres patas que han convertido a esa ciudad en referente mundial de la paleoantropología. Las otras dos son el Museo de la Evolución Humana y el yacimiento de Atapuerca, patrimonio de la humanidad.

-¿Cuál es el último descubrimiento sobre evolución que le parece más relevante? 

-En los últimos 10 años se ha producido una revolución de la comprensión del árbol de la evolución humana, y ha sido gracias al desarrollo de la paleogenética. Los estudios del ADN antiguo han supuesto una ruptura con todo lo que sabíamos anteriormente, porque utilizamos métodos, como la genética, y conceptos, como el de la hibridación, que hasta ahora no eran comunes en nuestro ámbito. La idea de que nuestra especie ha hibridado [ha tenido hijos con otra especie] ha roto muchos esquemas no solo biológicos, sino también sociales y culturales. Estamos inmersos en un momento político en el que imponemos fronteras, pero hubo un tiempo en el que llegamos a tener descendencia con una especie diferente. Tenemos barreras entre nosotros que son más difíciles de franquear que aquellas que dictaba la propia biología. Por eso este descubrimiento ha supuesto una revolución, una contextualización de la diversidad.

El homínido ‘Lucy’, en el Museo de la Evolución Humana de Burgos.

-Esa hibridación se produjo con los neandertales, una especie que siempre ha sido descalificada por ser tosca, torpe, inferior. ¿Es una cura de humildad para nosotros haber descubierto que somos un poco neandertales? 

-Es una cura de humildad y es una llamada de atención sobre la importancia de relativizar las diferencias. Los estudios sobre la evolución humana no solo nos sirven a los científicos; pueden ser relevantes para la ciudadanía. Hasta no hace mucho en términos geológicos, unos 50.000 años, en la Tierra había otra especie inteligente. Ahora buscamos vida inteligente en otros planetas, pero es que hubo otra vida inteligente en este planeta. No tenemos razones para pensar que los neandertales fueron una especie menos inteligente que nosotros ni peor adaptada al momento y las circunstancias en las que vivieron, que eran muy duras. Existieron en la Europa de las glaciaciones y sobrevivieron a estas inclemencias durante al menos medio millón de años. Y, sin embargo, se extinguieron. La inteligencia no fue suficiente para ellos. La historia de la extinción de los neandertales es como El retrato de Dorian Gray; es un buen espejo para observar el triste destino que una especie humana inteligente, de comportamiento complejo, social y, probablemente, también con lenguaje puede llegar a sufrir. Eran muy parecidos a nosotros y su destino fue desaparecer.

-¿Y por qué estamos aquí nosotros y no ellos? 

-Las extinciones son procesos extraordinariamente complejos, y muy lentos. Hablamos de poblaciones en las que cada vez hay menos individuos. Yo creo que somos la única especie humana sobre la Tierra porque no hay espacio para otra. Muchas veces se nos ha descrito como la especie invasiva, somos como el caballo de Atila, por donde pasamos, arrasamos. Tenemos una capacidad de adaptación extraordinaria a un nicho ecológico enorme. El nicho ecológico define cómo se gana la vida una especie, qué hace. Y el ser humano hace de todo. En nuestra especie caben los listos, los tontos, los tímidos, los valientes, los atrevidos, los precavidos… Y además somos capaces de desempeñar muchas tareas. En esas circunstancias en las que podemos vivir prácticamente en cualquier ecosistema, ¿qué espacio dejamos para que haya otro que, además, era parecido a nosotros? La extinción de los neandertales no fue un problema de superioridad o inferioridad, fue un problema de competencia, y también de mala suerte.

“Si el clima hubiera sido distinto, y las oportunidades, diferentes, quizá la historia no la estaría contando una sapiens sino una neandertal”

Comparación del Hombre de
Neandertal y el humano actual

-¿Mala suerte, por qué? 

-Probablemente los neandertales eran una barrera para nosotros, eran más fuertes y estaban mejor adaptados a un lugar donde un Homo sapiens no hubiera sobrevivido ni un invierno. Creo que tuvieron mala suerte porque estuvieron aislados durante mucho tiempo. Una especie con altos niveles de endogamia se agota genéticamente, de ahí la importancia de la diversidad y de la mezcla. Y eso fue una suerte para el sapiens, que pudo entrar como oportunista cuando al neandertal ya le iban mal las cosas. Si el clima hubiera sido distinto, y las oportunidades, diferentes, quizá la historia no la estaría contando una sapiens sino una neandertal [risas].

-Tenían cultura, eran creativos, enterraban a sus muertos… Tienen ciertos rasgos de lo que llamaríamos “humano”.

-Estamos acostumbrados a medir las capacidades con lo que nosotros consideramos que es la inteligencia. Cogemos la lista y decimos: “A ver, neandertal, ¿tienes arte, lenguaje articulado, música…?”. Pero quizá el neandertal haría su propia lista: “A ver, sapiens, ¿tú tienes capacidad de sobrevivir en invierno, sabes dónde buscar comida cuando nieva, eres capaz de anticipar el tiempo solo mirando el cielo…?”. Ellos tenían unas órbitas oculares mayores que las nuestras y el área occipital del cerebro, implicada en la visión, estaba proporcionalmente más desarrollada que en los sapiens; quizá tenían unas capacidades visuales mayores que las nuestras. Hay una serie de aptitudes sobre los neandertales que no conocemos, y como no las conocemos, no las podemos medir. Estuvimos muy cerca de conocer otra manera de ser una especie inteligente y no pudimos, y es una pena, porque nos habría puesto delante de los ojos la diversidad.

Reconstrucción de una niña Neandertal en el Museo de Neanderhal.

-¿Qué papel desempeña en el triunfo de los sapiens el factor social? 

-La fortaleza de nuestra especie es la sociabilidad. Más importante que tener salud es estar en un grupo que cuide de ti, y que tenga los recursos para acceder a esos cuidados. La fuerza y la presión social, las relaciones que mantienes, cómo estás de conectado y con quién tienen muchísima más importancia ya que la fuerza física del individuo. Somos la especie que ha llevado al extremo la cohesión social; somos capaces de establecer vínculos muy profundos, incluso que dictan comportamientos, con gente a la que no has visto nunca o que vivió 2.000 años antes que tú. Sigues a líderes, filosofías o religiones fundadas por personas a las que no conoces. El ser humano, en el contexto de otros primates, es hipersocial, se ha liberado completamente de la necesidad de la proximidad física para mantener lazos con sus semejantes. El individuo, por sí solo, ya no es nada. La sociabilidad es nuestro salvavidas.

-Otra de las claves del éxito del Homo sapiens que usted suele mencionar es la adaptación, no ya de nosotros al medio, sino del medio a nosotros… -El problema es hasta qué punto esa filosofía es la más beneficiosa para nosotros. La evolución tecnológica ha sido mucho más rápida que la biológica. Nosotros hemos cambiado muy poquito; hemos transformado el mundo, pero seguimos siendo aquel humano de hace 200.000 años perfectamente adaptado para cazar, vivir al aire libre y hacer mucho ejercicio físico, pero nuestro estilo de vida ahora es sedentario. Se ha producido una disociación entre la biología y la tecnología. Además, al no requerir el contacto físico para comunicarnos, hemos perdido la empatía. Es mucho más fácil ser indiferente al sufrimiento si no lo ves a tu lado. Es la doble cara de la hipercomunicación; nos hace fuertes, pero quizá, individualmente, nos ha podido empobrecer.

“La historia de la
extinción de los
neandertales es como El retrato de Dorian Gray; es un buen espejo para observar el triste destino que una especie humana inteligente, de comportamiento
complejo, social y,
probablemente, también con lenguaje puede
llegar a sufrir.”

-Antes mencionaba las lecciones que nos ofrece la extinción de otra especie inteligente. ¿Nos podría ocurrir a nosotros, en esta era en la que no está muy claro que el medio en el que vivimos vaya a soportar nuestra presión mucho más tiempo? 

-Yo me preocuparía más por el medio que por nosotros. Somos una especie muy flexible y muy inteligente, somos capaces de lo más ingenioso y de lo más terrible. Mi visión es optimista; creo que el ser humano tiene los medios para arreglárselas. El que tiene las de perder es el medio, que es donde estamos realizando un ejercicio total de abuso. Nosotros vamos a durar tiempo, pero no sé cuánto y a expensas de qué.

-Decía usted que el ser humano ha cambiado muy poco. ¿Seguimos evolucionando?  

-Sí, pero es una evolución a nivel microscópico. Un ejemplo muy conocido y muy bonito, porque demuestra que la cultura puede acelerar la evolución, es el de nuestra capacidad para seguir bebiendo leche como adultos. La mutación que nos permite seguir digiriéndola es una singularidad del ser humano. Desde que nuestro estilo de vida se asocia a la ganadería, la presión selectiva favorece a aquellos que son capaces de explotar a los animales con los que conviven de manera habitual. Otro ejemplo es la inmunología, porque no debemos olvidar que la selección natural funciona también con los patógenos, como las bacterias. Vivimos una verdadera carrera armamentística: la bacteria muta, nosotros también, se crean las resistencias antibióticas… Las nuevas infecciones y pandemias son un ejemplo de que los genes siguen cambiando. Y también es interesante el cerebro. Siempre nos preguntamos si necesitamos que siga creciendo, pero lo que se ha observado es que desde el Holoceno el cerebro no solo no aumenta, sino que ha disminuido un poco. Quizá es que ya no necesitamos que nuestro cerebro sea tan grande, porque descansamos en el cerebro colectivo y en la tecnología, y tenemos la cultura escrita. Y otro cambio, que es inquietante, es que los humanos somos físicamente como versiones infantiles de nuestros ancestros. Se ha dicho que esa infantilización es la misma que encuentras cuando comparas a un espécimen salvaje con su versión domesticada. Desde que vivimos en comunidad, se ha producido un proceso de autodomesticación de nuestra especie: nos hemos convertido en versiones más dóciles de nosotros mismos para poder convivir y tolerarnos.

Fuentes: Wikipedia, diario El País de Madrid, Un profesor (sitio Web)