• 29/07/2023

Mugnos Escudero, una familia impulsada por el amor a los libros

Mugnos Escudero, una familia impulsada por el amor a los libros

Jorge Leónidas Escudero es sin dudas la figura de la cultura local que más logró trascender en materia literaria. Su nombre alcanzó el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Juan en el 2006 y sus obras lograron trascender las fronteras. Sin embargo en la historia de la familia, la pasión literaria se encuentra bien arraigada desde su abuelo Francisco Mugnos hasta su madre Margarita.
Francisco fue para muchos un rebelde, para otros un granluchador de sus deseos. Lo cierto es que el hombre, hijo de Esteban Muñoz y Margarita Martínez, tuvo un pasado muy difícil. Cuando niño tuvo que salir de España y asentarse en Argelia con su padre y su hermano Bonifacio forzados por los franceses conquistadores de tierras africanas. En aquel momento el padre de Francisco debió inscribirlo en el Registro Civil y los franceses cambiaron su apellido Muñoz por Mugnos.

Francisco Mugnos fue hijo de Esteban Muñoz. Su apellido cambió cuando el registro civil de Argelia lo inscribió con la ortografía francesa. A la derecha, Matilde Gálvez nunca aprendió a leer y escribir pero la familia la recuerda como una excelente relatora. Su hija Margarita escribía las historias que ella narraba.

LA FAMILIA MUÑOZ

La familia Muñoz en Argelia vivía para la tierra. Tenían animales, araban y cultivaban los granos. Eran pobres, la tierra era escasa y para el jefe del hogar, Esteban, era muy importante que sus hijos trabajaran de sol a sol. Sin embargo Francisco conoció a un francés que le sembró el amor a los libros. Cuando el sol caía, el adolescente de 15 años iba a la casa de Monsieur Lefebvre a aprender a leer y escribir. Luego hasta altas horas de la noche, e iluminado por el fuego, el joven se pasaba leyendo los libros que le regalaban. Para ello debía esconderse de su padre ya que cuando se enteró de esta “locura” lo azotó con fuerza. Para él los libros eran un instrumento de desquicio y perturbación y sus hijos debían estar alejados de éstos.

Francisco nunca obedeció y la historia familiar cuenta que un día, cuando su padre descubrió que debajo de la cama escondía decenas de libros, nuevamente le dio una fuerte golpiza y rompió algunos ejemplares. Esteban no creía que el chico había comprado estos con el esfuerzo de su trabajo sino que creía que le había robado dinero a él. El joven lloró por varias horas sin entender cómo algo “tan indefenso como un libro” podía genera tanta furia.

Con los años, Francisco fue obligado a ingresar en la Legión y combatió en la guerra de Indochina impulsado por la conquista francesa. Cuando ésta terminó y regresó a su pueblo conoció a Matilde Gálvez que tenía diez años menos que él. Al poco tiempo se casaron en la iglesia Sidi-Bel-Abbés. Tuvieron cinco hijos: Elisa, Teodoro, Margarita, Carmen y Argentino (muerto de niño).

Diez años después de casados Francisco viajó a la Argentina buscando una mejor vida para su familia y dejó a todos por un tiempo en Argelia. Cuando iba a tomar el barco para ir a buscarlos, surgió un problema y no pudo embarcar. A los pocos kilómetros éste se hundió. Matilde decidió venir a la Argentina con sus hijos (la mayor Elisa tenía 10 años y la menor Carmen de seis meses) segura de que su marido estaba vivo. Cuando llegó al puerto, en 1900, Francisco la esperaba para tomar un tren rumbo a San Juan.

Algo que nunca olvidaría Margarita (que por aquel entonces tenía 5 años) fue ver la caja con la vajilla de porcelana del casamiento de sus padres hecha trizas al bajar del barco mientras que los libros que traían se mantenían intactos, como esperando a su lectura.

Matilde Gálvez (al medio sentada de negro) con hijos y nietos: Leónidas Escudero (izquierda parado), Teodoro Mugnos, Gustavito Mugnos, Gustava Trias, Manuel Trias, Margarita Mugnos, Lilí Escudero, Manuel Bartolomé, Elisa Mugnos y Carmen Mugnos.

LA MAESTRITA

Margarita Mugnos nació en 1895 y era la hija regalona de Francisco. Cuando tuvo 5 años casi pierde la vida después de que, jugando desprevenida cerca de una bordalesa, ésta se le vino encima en una pendiente. Aquel momento solo le valió la quebradura de una pierna pero Francisco se aferró fuertemente a ella. La admiración de la niña al padre, fue muy grande e hizo que ella lo acompañara en todo momento, especialmente cuando él pasaba varias horas dedicándose a la lectura.

Acá la pequeña creció en un clima de mucho trabajo y educación casera. Su padre había colocado un almacén de ramos generales en Capital (cuyas ganancias le permitieron comprar una finca en el Quinto Cuartel que luego vendió para adquirir una en el Médano de Oro) y en los tiempos libres se dedicaba a la lectura. A la noche, era él el que le enseñaba a leer y escribir. Su madre, por el contrario, nunca salió del analfabetismo pero sí era muy buena relatora, lo que llevó a Margarita a escribir varios textos que su madre le contaba o imaginaba. De esta forma la niña se convirtió en un amante de la escritura y trazó las primeras líneas siendo muy joven.

Cuando en 1914 se recibió de bachiller, se dedicó de lleno a la docencia. Fue profesora en distintos establecimientos educativos además de colaborar con Ricardo Levene, en su obra Historia Argentina. El nombre de Margarita Mugnos quedó marcado en la literatura sanjuanina a partir del libro La Maestrita de los Yarcos (1957), un trabajo que pintó la educación y la sociedad de los años ‘20 y ‘30 como muy poca gente pudo hacerlo. Sin embargo, hubo varios libros más que esta mujer escribió combinando su rol de madre y esposa y las clases en las escuelas: Entre Pedregales (1922); La Mujer Sanjuanina (1930) y San Juan (1810-1862) Historia de su Cultura, entre otras. En 1920, el educador y escritor don José Chirapozu fue quien vio en ella una docente de gran futuro. El uruguayo, luego de fundar la Asociación de Maestros Sarmiento la convocó para que formara parte de ésta. Además fue miembro de la Junta Provincial de Historia y representó a San Juan en el Congreso Americano de Civismo en 1976.

Margarita Mugnos era la consentida de su padre Francisco. Fue él quien le enseñó a leer y escribir en sus tiempos libres.
Margarita Mugnos junto a alumnos de 6to año de una escuela secundaria de donde ella era maestra.

LA UNIÓN CON LOS ESCUDERO

Siendo maestra, Margarita conoció a José Leónidas Escudero, un hombre que fue telegrafista del ferrocarril y se dedicó a la oficina de correos en Tucunuco. La historia familiar relata que el amor entre ambos nació en el mismo almacén de Francisco Mugnos. Ubicado en la esquina de Mitre y Alem, Margarita con 15 años ayudaba a su padre a atender el lugar. Allí cada día llegaba Leónidas a comprar algo y se cruzaban las charlas por largas horas.

El hombre era riojano y siendo muy joven se había trasladado a Mendoza con su hermano Noé que trabajaba en el ferrocarril “Buenos Aires al Pacífico”. Sus padres habían quedado en La Rioja, provincia donde residió la familia toda la vida. No se conocen los registros de cuándo llegaron los primeros inmigrantes Escudero a este país pero sí se conoce que tienen sus orígenes en Burgos, España.

En Mendoza había adquirido los primeros conocimientos sobre manejo ferroviario y telegrafía, sin embargo no contó con un trabajo hasta que Noé fue nombrado jefe de la estación San Martín de San Juan. Cuando estuvo en estas tierras dirigiendo la estación, Leónidas empezó a trabajar como telegrafista.

En marzo 1915, al año de conocer a Margarita, se casaron en la Iglesia La Merced, siendo los padrinos Elisa Mugnos y Manuel Trías, por la novia, y Noé y Florencio Escudero, por el lado de Leónidas. Cuando la familia creció con la llegada de sus cuatro hijos: Lidia Matilde (Lili), María Margarita (Chiquita), Nelly Mercedes (Morocha) y Jorge Leónidas; José Leónidas ingresó a trabajar en el Correo Argentino, jubilándose como secretario.

Marzo de 1912, enlace de Margarita Mugnos y José Leónidas Escudero, padres del escritor Jorge Leónidas Escudero.

EL HIJO ILUSTRE

Su poesía marcó nuevos lenguajes y formas de escritura. Más de 25 libros fueron escritos por él en casi 40 años y eso le valió recibir el título Doctor Honoris Causa. Jorge Leónidas Escudero fue considerado en el 2010, por la Secretaría de Cultura de la Nación, como uno de los 200 poetas que marcaron la historia de la literatura Argentina y no es para menos, con sus líneas supo asombrar y emocionar a sus lectores, plasmar como ninguno la esencia de la sociedad y de la vida.

El poeta nació el 4 de septiembre de 1920, fruto del matrimonio entre Margarita Mugnos y José Escudero y falleció el 10 de febrero de 2016.

De niño fue tranquilo y el regalón de su padre. A ambos les gustaba pasar juntos momentos de recreación, entre ellos creando volantines de papel en colores azul, el favorito de Jorge. Con el tiempo este último recordará que le encantaba levantarlos por el aire y que colgaran las tiras rojas.

No tuvo muchos amigos, fue más bien un niño solitario que no se refugió mucho en la lectura a pesar de que su madre buscaba que así fuera. Los estudios los cursó en la escuela de Enología (cuando ésta recién había sido inaugurada) y los terminó en el colegio Nacional. La universidad la siguió en Mendoza, en la carrera de Agronomía aunque no logró terminarla ya que entró a trabajar en una finca.

De regreso en San Juan, trabajó en la Legislatura provincial y en sus tiempos libres entró en contacto con varios poetas. De a poco la pasión por las letras iba naciendo. Pero fue recién en 1958 cuando ese espíritu se fue acrecentando. En ese año aceptó la invitación de un amigo para buscar oro, metales preciosos y minerales en Calingasta. El destino sería El Leoncito donde trabajó de pirquinero e hizo sus fuertes ganancias. Tenía 50 años y el refugio en las letras fue a partir de las soledades que vivía en la montaña. Durante esos años escribió muchos poemas que luego volcó en sus libros.

Las vueltas de la vida y los infortunios hicieron que en el año 1973 tuviera que dejar ese trabajo y volver a la Legislatura, donde a los 65 años se jubiló como jefe de publicidad. Más de mil poemas forman parte de su repertorio que ha sido musa de inspiración de trabajos de músicos y artistas locales. Jorge Leónidas Escudero en el 2012 fue reconocido en la Feria Internacional del Libro en La Rural de Buenos Aires con el premio de honor que entrega anualmente la Fundación Argentina para la Poesía.

Jorge Leónidas Escudero junto a sus hijas, Ana Alicia y Rosa Marcela.
En el año 2006, el escritor Leónidas Escudero recibió el título de Doctor Honoris Causa, por parte de la UNSJ, el más importante otorgado por una institución universitaria. En la foto junto al ex rector Benjamin Kuchen.
Leónidas Escudero convirtió parte de su casa en un museo donde guarda piezas de minerales y distintos objetos hallados en la cordillera.

LA NUEVA FAMILIA

A principios de la década del ’50, Jorge Leónidas Escudero conoció a Rosa Álvarez Yanzi, una joven que solía visitar a la familia Sarmiento en una casa sobre avenida 9 de Julio a pocos metros de la vivienda de la familia Mugnos-Escudero. Cada vez que la chica llegaba a encontrarse con esas amigas, Leónidas salía a su encuentro para tener alguna charla con ella.

Después de muchas idas y vueltas, en el año 1953 se casaron. El acto fue muy sencillo y se desarrolló en Mendoza donde vivía su primo que era profesor y ofició de testigo. Al poco tiempo volvió a San Juan donde nacieron sus dos hijas Ana Alicia y Rosa Marcela. Con los años, la primera le dio tres nietos: Daniela, María Verónica y Federico Olivera. Por su parte, Rosa vive con su padre en Rawson donde el escritor fue declarado ciudadano Ilustre.