• 08/04/2023

Cuestión de peso

Cuestión de peso

POR GUSTAVO RUCKSCHLOSS

Mi prima tenía un sistema infalible para saber su estado físico. Decía que si pasaba delante de una obra en construcción sin novedad, estaba bien o flaca, pero si pasaba y los obreros le decían piropos y otras cosas, era que estaba subida de peso. Así sabía si tenía que hacer régimen de comidas y gastar calorías en el gimnasio. Era práctica, no contaba calorías; tampoco estricta. Simplemente, morfaba menos y paseaba más. No desesperaba y tenía sus sistemas para todo. Era de esa clase. Se medía la ropa, si le quedaba chica, toda la familia comía menos por unos días hasta que se le sublevaran y regresaba, entonces, a lo de siempre. Ella también porque no iba a hacer dieta mientras los demás le daban al diente.

Al gimnasio iba cuando tenía para pagar la cuota y hasta que se cansaba o se cambiaba a otro con más amigas con quien conversar, de ida, adentro y de vuelta. Gastaba más calorías en hablar que en flexiones. Raras veces iba a natación, porque cuando debería ir por sobrepeso, no le entraban las mallas, y cuando le quedaban bien ¿para qué iba a ir? 

Tenía la gran virtud de no desesperarse como las demás. Decía que prefería la alegría de una buena comida antes que algún gramo menos. Decía que quienes la querían, era por ella misma no por su tamaño ni su peso; y que, quienes la miraran mal cuando se desmarcaba, no la querían a ella sino a su figura, su apariencia. Entonces, las ignoraba y listo.

Tenía ropa para rellenita y ropa para más delgada, ella decía que así cambiaba y no usaba lo mismo. Demás está decir que gastaba más en nutrirse que en ropa.

La recuerdo con mucho cariño, porque se nos fue pronto tras un atracón que la superó.