- 06/05/2023
Remojo


POR GUSTAVO RUCKSCHLOSS
Mi abuelita decía que para todo en la vida, convenía el remojo. Es decir, hidratar, pre lavar y en general, avanzar un poco en lo que sea y esperar un tiempo antes de meterle la mano final. También para pensar o actuar, conviene analizar antes de hacer lo que sea.
Si las lentejas o los garbanzos se dejan en remojo desde la noche anterior, se ablandan y se hinchan facilitando su cocción. Así se ahorra tiempo y combustible. Cosa parecida es dejar la ropa sucia en remojo para aflojar la mugre. Así al lavarropas o ama de casa le resulta más fácil hacer el lavado final. Aquí también se gana tiempo y buenos resultados.
Es decir, parece que cuando se puede remojar algo, se ganan tiempo y costos, pero, sobre todo, mejores resultados en lo que hagamos.
Cuando ella enseñaba las ventajas de remojar, también lo hacía extensivo a otros órdenes de la vida. Por ejemplo, si a una bronca la remojamos en tiempo y paciencia, capaz que se diluye o atenúa. Si a un problema lo remojamos en tiempo para pensarlo detenidamente, nos facilitará su entendimiento. O si a un error lo remojamos en humildad y análisis, podremos repararlo en menos tiempo y de mejor manera.
Ya los antiguos decían que «cuando vieras las barbas cortar, pon las tuyas a remojar». Significando que podríamos ser los próximos y deberíamos tomar recaudos para ganar tiempo.
Es decir que el remojo es un recurso utilitario desde siempre y para muchos fines, tanto de la prosaica vida material como para contingencias sociales, intelectuales y hasta de estrategia.
Vimos que el denominador común en todos los casos es el tiempo que se gana y como ya sabemos, el tiempo es oro.
No se me hubiera ocurrido pensar que por poner en remojo los porotos, ganaría tanto.