La mujer que creó una universidad para los adultos mayores

Por Juan Carlos Bataller

Hace algunos años desde el programa La Ventana nos planteamos homenajear a los sanjuaninos que se habían transformado en imágenes vivientes de lo mejor de una sociedad. Esos homenajes –decíamos- tenían que ser en vida. Algo difícil de entender en un lugar enamorado de las necrológicas.

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Una de las distinguidas fue Bertha Varas de Klement.

Cuando estábamos preparando el programa, recorrimos su historia.

Los antecedentes indicaban que enseñó literatura en el nivel secundario, terciario y universitario, durante cincuenta años. Fue co-fundadora del Centro de Estudios de la Lengua y del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios y de la  Asociación Sanjuanina de Estudios Psicoanalí-ticos. Se desempeñó en la función pública nacional como asesora en educación y en el ámbito académico como Jefa del Departamento de Lengua y Literatura Castellana de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes en distintos períodos.

Recibió varias distinciones por su labor académica y cultural., como la destinada a Mayores Notables Argentinos 2004 por el Congreso de la Nación, por sus «antecedentes, trayectoria, y la proyección de un mensaje social y ético dirigido a las jóvenes generaciones».

Universidad del Adulto Mayor “Por un nuevo proyecto de vida»; «Universidad abierta», destinada a jóvenes que no quisieran entrar en un sistema formal; y «Formación de dirigentes políticos», fueron tres proyectos de Bertha.

Fue declarada además Ciudadana ilustre por la Cámara de Diputados de San Juan.

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Pero sus cargos no dicen nada. Hay cargos que son ejercidos por simples burócratas.

Y en el caso de Bertha es indispensable entrar en el mundo de las ideas.

Una de sus grandes obras fue la llamada Universidad del adulto mayor.

Ella sostenía que necesitamos “trabajar por una universidad nueva, con objetivos distintos, porque la visión del mundo hoy no es la misma que hace treinta años». Y esto lo decía hace ya varias décadas.

En 1993, mientras era asesora en Buenos Aires del entonces Ministro de Educación de la Nación, Antonio Salonia, presentó un programa que incluía tres proyectos: Universidad del Adulto Mayor “Por un nuevo proyecto de vida»; «Universidad abierta», destinada a jóvenes que no quisieran entrar en un sistema formal; y «Formación de dirigentes políticos», que daba prioridad a la evolución e historia de las ideas políticas.

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A partir de 1996 implementó el primero en la UNSJ. «Nuestras expectativas eran 80 a 100 alumnos, pero luego de dar a publicidad la noticia se anotaron más de 1000 personas», contó alguna vez.

Con la modalidad de aula-taller se dictaban clases de filosofía, historia del arte, psicología, historia, lectura de textos y producción literaria, inglés, plástica y computación; además de teatro, coro, tango, folclore y fotografía. También gimnasia, yoga y natación.

Los talleres estaban planeados para terminar a los dos años. Pero los adultos querían más y la idea se mantiene hasta hoy.

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Esta idea fue realmente de avanzada. Tal como lo decía Bertha, “hay un mundo nuevo, aunque haya universidades que no lo hayan advertido y se han transformado en fuentes de empleo”.

No lo digo yo. Lo dijo la profesora en una entrevista con El nuevo diario hace casi dos décadas: “Siempre pienso que si a mí me gusta seguir estudiando, es seguro que a mucha gente le gusta. La vida se prolongó mucho, la calidad de vida subió tanto, que la cultura tuvo que aceptar que hay gente muy mayor que quiere seguir produciendo. Muchas veces la gente se jubila antes de que termine su capacidad”.

La vida se prolongó mucho, la calidad de vida subió tanto, que la cultura tuvo que aceptar que hay gente muy mayor que quiere seguir produciendo. Muchas veces la gente se jubila antes de que termine su capacidad”.

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Este concepto en un sitio que jubila a sus mejores docentes porque cumplen 65 o 70 años era ya revolucionario. Todavía no se entiende.

Pero además de las distinciones, de sus creaciones, de sus conceptos la profesora fue siempre un alma inquieta, actuando tanto en campos como la lucha contra la corrupción como en la defensa de derechos humanos.

Y lo fue hasta sus últimos días cuando a pesar de su ceguera continuaba haciéndose leer libros.

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Además fue una cálida amiga que cada vez que pasaban por San Juan dos laureados pintores como Franca y Guillermo Roux a los que había conocido en Italia, los traia a El nuevo diario para compartir el placer de una larga charla.

Por todo eso es bueo sintetizar la trayectoria de la gran docente con una frase que tomo de Eladia Blazques: “Bertha Varas de Klement honró la vida”