• 11/11/2023

Dolorosa transición: economía Siglo XXI

Dolorosa transición: economía Siglo XXI

POR MARCELO DELGADO

La historia económica universal está marcada por hitos y mojones que nos referencian los cambios de ciclos, las eras y los tiempos de cambio. Así, las dos revoluciones industriales cambiaron la configuración de los sistemas productivos. Luego, la masificación del mercado de capitales dinamizó las inversiones anónimas y globales. Luego, ya en el siglo XX, la revolución tecnológica aceleró la sistematización de los procesos y la gestión de la información, entre otros avances, que también se transformaron en «comunicación globalizada».

En todos los casos, las transiciones fueron dolorosas y virtuosas al mismo tiempo. Los costos de cada cambio significaron salidas del mercado laboral y empresarial para muchos y, al mismo tiempo, nuevas oportunidades para otros. El lado virtuoso de los cambios vino aparejado de los incrementos de productividad, el reemplazo de la mano de obra por las máquinas, mejor calidad en las condiciones de trabajo y el incremento de la retribución de los trabajadores.

China, primero, y luego la India, son los claros ejemplos del paso de una economía agraria primarizada a un sistema productivo competitivo. Este proceso dio por resultado que millones de pobres pudieran acceder a condiciones de clase media. De 2011 a 2021, la economía China creció un 75%, y el PBI per cápita pasó de U$S 6,300 al año a U$S 12,500. Se posicionó como la segunda potencia económica del mundo. La India, este año crece al 8% de su PBI y se consolida como la cuarta economía mundial. Mientras China creció en base a la producción masiva, India desarrolló su crecimiento en base a los servicios y su mercado de consumo interno. Dos modelos diferentes, pero con altos crecimientos de sus economías y la distribución de los beneficios.

Desde 2010, nuevamente las economías globales comienzan una nueva transición. Difícil de caracterizar, porque estamos en medio del proceso de cambio. Nuevamente, el paso de un sistema a otro es doloroso y tiene altos costos. Los sistemas productivos han minimizado la intervención humana directa, y en la actualidad, hasta la comunicación telefónica está comandada por robots. El desafío de competir en este contexto requiere alta tecnología, con exigentes niveles de interacción de las personas. Se ha separado físicamente la producción de las decisiones que la gestionan. La inmediatez se ha transformado en una exigencia de productos y servicios que desafían a nuevos modelos de abordaje de las prestaciones.

Los dispositivos móviles, celulares o similares, se han incorporado como un órgano o parte indispensable para la supervivencia humana, y las aplicaciones constituyen soluciones para toda clase de necesidades. El dinero digital, las billeteras virtuales y los sistemas activos 24 hs. constituyen parte central de nuestras vidas.

La formación escolar, universitaria y la pedagogía en general se quedaron en el siglo XX. Las habilidades y competencias para este mundo que emerge se entrenan en cursos cortos, no formales y en prácticas laborales o experiencias empresariales. Nuevamente, será dolorosa la transición, donde pocos podrán mantener sus ingresos y muchos deberán reconvertirse. Si somos conscientes del desafío, podremos sacar provecho de los cambios, o finalmente, seremos testigos pasivos de una nueva era en la que no estaremos incluidos.