- 15/04/2023
El Packard de la gobernación

Un trabajo preparado por Juan Carlos Bataller. Con el aporte de la Fundación Bataller
Es un auto pero también una reliquia. Tiene la prestancia de los coches de lujo y la historia que debe acompañar a los protagonistas de los tiempos.
Por eso el Packard de la gobernación fue declarado “reliquia histórica en 1982.
Pero… ¿cómo vino a dar a San Juan este auto?
Comencemos por contar que el coche se fabricó en 1927 en los Estados Unidos. Sólo se hicieron 1.500 unidades de ese modelo y el que vino a San Juan fue el número 25.
Cuenta Wikipedia que Packard fue la marca utilizada por el fabricante estadounidense de automóviles de lujo Packard Motor Car Company de Detroit, Míchigan, y luego por la Studebaker-Packard Corporation de South Bend, Indiana. El primer automóvil Packard fue producido en 1899 y el último en 1958.
Packard compró Studebaker en 1953 y formó la Studebaker-Packard Corporation de South Bend (Indiana). Los Packard de 1957 y 1958 eran en realidad Studebaker modificados mediante ingeniería de marca, construidos en South Bend.
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Los estudiosos de la historia del automóvil explican que Packard siempre fue un auto de lujo altamente competitivo en el extranjero, con ventas en 61 países. En 1931, diez Packard eran propiedad de la familia imperial de Japón. Entre 1924 y 1930, Packard también fue la marca de lujo más vendida.
En los años 30 la Argentina era uno de los países con mejor futuro en el mundo. Esa potencia se expresaba en todos los órdenes. Por ejemplo en los autos de lujo.
La gobernación de San Juan fue una de las primeras que tuvo un Packard. Fue un regalo que hizo al gobernador Federico Cantoni en 1932 la presidencia de la Nación



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Considerado un automóvil de alta gama, con aires de limousine, el auto fue traido en 1927, durante la Presidencia de Marcelo T. de Alvear directamente desde la fábrica de Detroit, en Estados Unidos, Fue un auto realmente de lujo para su época con auxilios sobre los guardabarros, llantas con rayos de hierro, capota desmontable, motor de 8 cilindros en línea que permitían llegar a una velocidad máxima de 104 km/h, caja de tres velocidades y marcha atrás y un tanque de combustible con capacidad para 94 litros.
Como todo automóvil de 8 cilindros consumía mucha nafta. Tenía un rendimiento de 6 km por cada litro en ruta, lo que le permitía una autonomía de 600 o 700 kilómetros.
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Si bien fue traido durante la gobernación de Cantoni no hay registros fotográficos que muestren al caudillo en el auto.
La primera foto es de 1936 cuando el Packard fue utilizado para trasladar al presidente Agustín P. Justo en una de sus visitas a la provincia. También hay fotografías de la visita del presidente Ramón Castillo y de la llegada en 1940 del arzobispo Audino Rodríguez y Olmos.



Pero la época más activa del Packard fue durante la intervención de Evaristo Pérez Virazoro (1941) y en la gobernación de Ruperto Godoy (1947) que –se asegura- lo aprovecharon para pasear y viajar a departamentos alejados. Otro gobernador que sabía del valor de esa verdadera joya automotriz fue Leopoldo Bravo, quién lo utilizó cuando asumió la gobernación en 1983 y cuando el presidente Alfonsín visitó San Juan.
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Raúl Alfonsín, en 1986, fue el último presidente argentino que paseó por las calles sanjuaninas a bordo del Packard, con el entonces gobernador, Leopoldo Bravo.
Luego de la visita de Alfonsín el vehículo quedó guardado durante 27 años en el garaje oficial donde sufrió deterioros.
Durante ese tiempo hubo incluso un proyecto del gobernador Alfredo Avelín para que el auto lo utilizaran gratuitamente las novias cuando iban camino al altar. Naturalmente, ante la queja de los proteccionistas que advirtieron que en poco tiempo se perdería una verdadera reliquia, Avelín dio marcha atrás.
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En el 2014 el gobernador José Luis Gioja encaró la restauración del automóvil. Los trabajos de restauración de esta pieza única en el país, demandó un año y ocho meses de trabajo que incluyeron entre otras cosas, el retapizado completo, incluyendo la capota y el cuadro correspondiente; reparación de chapa y pintura, se reemplazó el color negro por azul marino metalizado; cromado de las llantas y para conseguir la efigie original que va colocada en la tapa del radiador, se debió recurrir a un comercio de California, en los Estados Unidos.
Los trabajos estuvieron a cargo del taller Dafter y fueron dirigidos por Fernando Pablo Vega. Uno de los elementos más difíciles de obtener fueron las cubiertas, ya que se trata de una medida que ya no se fabrica, y se tuvo que efectuar una adaptación.