• 16/12/2023

Sale Keynes, entra Smith

Sale Keynes, entra Smith

POR MARCELO DELGADO

El domingo pasado será recordado por la historia contemporánea como la fecha del “cambio de ciclo” en la República Argentina. La economía no solo marcó la agenda de la última campaña presidencial, sino que atraviesa todas las agendas políticas y sociales. La palabra ajuste ya no tiene un sentido negativo, sino que aparece como la necesaria medicina que va a restaurar la sanidad del sistema económico.

Las transiciones de poder, desde 1983, resultaron traumáticas, y las promesas de campaña se fueron diluyendo a medida de que se acercaban las elecciones de medio término. Así, de Alfonsín a Menem, el cambio de modelo nos legó el plan Bonex y las privatizaciones. Con la llegada de De la Rúa, tuvimos corralito y luego corralón y las cuasi monedas. Después de los años turbulentos de Duhalde, la salida de la convertibilidad dejó nuevamente muchos heridos. Pero la Argentina logró nuevamente recuperarse, y el presidente Kirchner le entregó a su esposa una economía saneada y en crecimiento. Pero a poco de andar, nuevamente la “indisciplina fiscal” y el retraso cambiario despertaron un proceso de crecimiento inflacionario.

El presidente Macri intentó un cambio de rumbo con una fuerte devaluación a su llegada, sinceramiento de tarifas y liberación de la economía. Pero no hizo el ajuste fiscal, cayó en la tentación de frizar el tipo de cambio y profundizó el endeudamiento interno y externo. La llegada de Alberto Fernández abrió la esperanza de un gobierno austero, ordenado y que se posicionara más cerca del “centro”, con políticas orientadas a los sectores medios. Sin embargo, a poco de andar, la pandemia, los enfrentamientos con la vicepresidenta, la falta de un “plan” y una fuerte debilidad política terminaron su mandato con el mayor nivel de rechazo desde el retorno de la democracia, y dejando una pesada herencia a la administración de Javier Milei, tanto en el frente externo como en la economía doméstica.

En los últimos 40 años, solo dos presidentes fueron ortodoxos en sus gestiones de gobierno, marcadas por una impronta ideológica. Carlos Menem, calificado como “neoliberal”, ejecutó un gobierno con una fuerte impronta capitalista y orientado al mercado. Domingo Cavallo fue quien, desde lo técnico, instrumentó el plan. Néstor Kirchner, de centro izquierda, con una fuerte orientación a intervención Estatal, junto con Roberto Lavagna, marcaron una gestión al estilo social demócrata europeo, de Francia o España, con algunos resultados destacables en materia de industria nacional, políticas redistributivas y superávit fiscal y comercial.

El resto de las gestiones, más allá de las improntas ideológicas, no pudieron sostener modelos definidos, y la coyuntura, las necesidades políticas y las deficiencias técnicas llevaron a una economía endeble, precaria y con crecimiento sostenido de la pobreza.

Ahora, Javier Milei, ortodoxo libertario, propone la aplicación lisa y llana de un modelo liberal, al estilo de Adam Smith o el más reciente representante del monetarismo liberal, Milton Friedman. Pasar de un modelo Neokeynesiano a un sistema capitalista liberal, sin escalas, tendrá altísimos costos económicos y sociales. Hasta ahora, el mercado acompaña y la sociedad esperanzada lo apoya. ¿Será firme en sus convicciones, o tendrá las mismas tentaciones y debilidades de las últimas gestiones? En los próximos meses, seremos testigos.