¿Qué hacer?

Caminando, vi que frente a una casa, en la vereda, había un montón de cosas. Variadas y en uso. Tiradas unas encima de otras, alguna más desparramada. Ropas, papeles, cuadernos, lentes y algunas más. 

Como si hubiesen sido sacadas de alguna mochila y  tiradas allí. Comencé a mirar para todos lados, por si veía a alguien a quién preguntar. Caminé por la cuadra, ida y vuelta, pero no encontré a nadie.     

Pensé tantas cosas al mismo tiempo. Fue un robo y se llevaron la mochila con lo más valioso; hubo alguna pelea; fue un olvido, aunque poco probable, etc.  Entonces ¿qué fue?  Y yo, ¿qué hago?     

Lo que cualquier persona de bien piensa es dar parte a la policía. Como nos enseñaron nuestros padres. Pero estos no son las épocas de mis padres, ni aquella policía. Entonces llamaré al 911 y lo primero que harán para desanimarme es exigir datos inverosímiles que, en esos momentos, nadie tiene.

Entonces, lo mejor es no meterse. «Yo argentino», diría algún veterano. Además, si se toca algo, malo y si se encuentra algún documento, peor. Si no se encuentra algo, peor. Lo mismo con el dinero o lo que sea. Además, automáticamente, pasas a ser sospechoso de algo, de lo que sea, por ser el «encontrador». 

Pero en el interior, tu educación ciudadana, te dice que debes hacer algo positivo, conducente, pero ¿Qué?  Algo en lo que no quedes entrampado en esta sociedad distorsionada.

Será una de las tantas preguntas que llevaré en el bolsillo. Será otra para la que hoy no tengo respuesta, en esta sociedad.