• 20/05/2023

Un gobernador y dos anécdotas

Un gobernador y dos anécdotas

Por Juan Carlos Bataller

Una calle que une Marquesado con La Bebida lleva su nombre. Y son pocos los que saben quién fue y qué hizo Domingo Morón

Digamos que nació en San Juan el 7 de abril de 1843 y falleció en Buenos Aires, a los 59 años el 15 de mayo de 1906.

Fue, diputado, senador provincia y gobernador de San Juan   entre 1893 y 1895 y, tras renunciar fue elegido senador nacional desde 1895 hasta su fallecimiento.

Presidente del Partido Nacionalista de Bartolomé Mitre en San Juan, su mandato en la gobernación fue terminado por su vicegobernador Justo Castro.

Durante su gestión, en 1894 ocurrió un terremoto de magnitud que afectó la casa de gobierno. La decisión de Morón no se hizo esperar y trasladó su despacho a la plaza.

A morón se debe un hecho muy importante como es la ley de aguas y la creación de un padrón de riego para la cuenca del río San Juan.

Guardame la Constitución

Pero la mejor pintura de un mandatario surge a través de anécdotas que pintan su carácter.

Domingo Morón asumió la gobernación de San Juan el 12 de mayo de 1893.

Tenía 50 años y hasta ser electo, nunca había salido de la provincia.

Muy bien casado —su esposa era Teresa Yanzi, dama de la más alta sociedad de la época— vivió en una casa que estaba en el terreno que hoy ocupa la Biblioteca Franklin.

Precisamente en su casa se alojó el general Mitre, cuando visitó la provincia cargado de fama. Y desde ese día Morón fue el representante del partido de Mitre en San Juan.

Dicen que Morón, hombre dedicado a las transacciones comerciales con Chile, era enérgico y con gran sentido de la autoridad.

Pero también se asegura que fue uno de los gobernadores más pícaros que haya tenido San Juan, sumamente hábil en la tarea de “volcar” padrones, celebrar acuerdos no muy principistas para conservar el poder y poseedor de un fino olfato político.

Cierta vez que se dirigía al campo, para aliviarse de carga, se detuvo en lo de Abraham Vidart padre y sacando un estuche bajo el saco una descomunal pistola, la puso en manos del dueño de casa para que se la guardase hasta su regreso, diciéndole:

—Abraham, guardame la Constitución.


No venir a la ciudad con alpargatas

Durante la gobernación de Domingo Morón este dictó un edicto policial que fue muy comentado en su momento.

Eran tiempos en que se esperaba una pueblada de los sectores obreros, asfixiados por la situación económica imperante.

Ante ello, Morón dictó un edicto prohibiendo “el acceso a la ciudad a los grupos de más de tres personas que calzaran alpargatas”.

También prohibió el uso del poncho.

No era la vestimenta precisamente lo que temía Morón sino que le organizaran una revolución. Y que trajeran las armas bajo el poncho.

Pero cuando se le preguntó cuáles eran los argumentos para dictar el edicto, respondió con total convicción:

—Porque las alpargatas y el poncho son ofensivos para la cultura de la Capital.

Pequeñas anécdotas que son parte de la historia.