• 02/09/2023

De palabras en textos del Dr. César Quiroga Salcedo

De palabras en textos del Dr. César Quiroga Salcedo

 Los gallos de riña (Última  parte)

POR AÍDA ELISA GONZÁLEZ

Coincide con lo acontecido en EEUU, desde 1960 se advierte un enorme avance de la aficción Gallera. El libertador de la esclavitud americana A. Lincoln presenta un galano discurso en defensa de su cría y conservación, cuando en Buenos Aires don Rafael Trelles, jefe de Policía, legaliza en 7861 el reglamento oficial de las riñas que ya se venía cumpliendo desde 1847. Para la época de la anécdota de Marcos Juárez y Doncel, nada mejor que citar a Mañas Perdomo: “en las postrimerías del s. XIX (las riñas) constituían el más aristocrático popular entretenimiento” (p.38).

Lo cierto es que la afición creció paulatinamente en Argentina donde cuenta con destacados cultores: Bernardo de Irigoyen, candidato a presidente y el presidente Hipólito Irigoyen. Mañas, asegura que fue notable aficionado el dominico Fray Marcolino Benavente, 5º Obispo diocesano de Cuyo (1899-1910), aunque el dato se cobija indocumentado, hasta que en 1954 Perón prohibió por ley las lides cruentas del reñidero (Nº 14346, conocida por los galleros como la Ley Benítez). Sin embargo los números denuncian una afición sostenida; San Juan tiene al menos 3 clubes de cría de un porcentaje de 2 de cada mil personas que tienen que ver con esos seres de quienes arrebatan lecciones de renuncia y sacrificio. Nada extraño si consideramos que en las Catacumbas el ejemplo de estos gladiadores mostraba al cristiano el camino de la palma y el martirio.

En 1978 existían más de un centenar de organizaciones gallísticas y 1.7 por ciento de aficionados en la Argentina, cuentan con un  vocabulario propio de más de 200 términos y estiman su crianza con un abnegado arte de perfeccionamiento de las razas. De nuestra parte está afirma que los galleros conocido son en su mayoría personas cultas, serenas respetables, respetuosas del reglamento y de las leyes, y sobre todo de un inclinado desprendimiento.