Los unos y los otros

POR GUSTAVO RUCKSCHLOSS

Hay muchas formas de clasificar a las personas según sea quien clasifique.  Una de ellas es según su eficiencia para hacer lo que se proponga. Están los que son eficientes para todo y, lo que sea, lo hacen bien; por el contrario, están los que hacen mal todo en lo que se metan. Ejemplo de los primeros son aquellos que hacen bien hasta el mal. No encuentro mejor ejemplo que los nazis que fueron técnicamente eficientes para hacer el mal.   

Por suerte son los menos y casi, casi hoy son solamente los que salen en las noticias policiales o políticas.   

En cambio, hoy podemos encontrar un muy numeroso grupo de quienes que hasta el bien, lo hacen mal. Desde todo tipo de organizaciones que, supuestamente, están para ayudar, para hacer el bien en sus múltiples posibilidades, hasta los individuos. Esas personas que tienen buenas intenciones pero no saben, no quieren o no se ingenian para concretar de buena manera lo bueno.   

Todos conocemos a alguien que en teoría tiene la mejor intención del mundo pero es torpe, ignorante o vago en grado tal que termina haciendo incorrecta o inadecuadamente lo que pretendía.  A veces hasta el extremo de lograr lo contrario.  Esto sin contar a los que hacen mal el bien por algún interés propio.     

No se puede culpar de nada al que no supo concretar la buena intención. que es lo que vale, dicen. Pero sí a quienes hacen mal el bien por interés o dolo.  Unos merecen indulgencia y los otros, castigo.