Grave sospecha

En una charla con Dimitri, que es el nombre del gato de mi vecina, le pregunté:
-Dimitri es nombre ruso ¿Vos sos ruso? 
-No, no, soy sanjuanino. 
-¡Ah! ¿Y por qué se metieron en guerra con Ucrania? 
-Yo no me metí en ninguna guerra…a veces me meto, pero en tu casa, nada más…bueno en otras también, pero siempre con buenas intenciones. 
-Eso también dicen los rusos que invadieron Ucrania para «salvarlos» de ellos mismos.
-Pero yo no hago ninguna guerra. Me gusta vivir tranquilo, sin molestar a nadie, sin hacer ruidos.    
-Entonces ¿Por qué te peleas con los otros gatos, son ucranianos?    
-No, no, nosotros en esta época nos entretenemos a nuestro modo.   

Eso también lo dice Putín y mirá como están las cosas. Además, es mentira que sos tranquilo y silencioso porque de noche te metes en unas peleas bárbaras y trepas por los techos tirando y rompiendo cosas en tus correrías.       
-Es que es nuestra forma de querernos.  
-¿Ah sí? igual que los rusos a los ucranianos. Y Tomás, ese gato gris y blanco que siempre anda con vos ¿Es de Bielorusia? porque siempre anda con vos en cuanta fechoría te metes, además  ¿Vos sos de la KGB?, ¿porque te andas metiendo y averiguando por todo el barrio?   
-No, no, son visitas de buena voluntad.   

Sí, lo mismo dicen los rusos.  Si no estás en guerra ¿Por qué venís a mi montoncito de arena y lo llenas con tus apestosas necesidades? Andá y hacé lo que quieras en tu casa, no en la mía.     

Es que no me dejan. Me dicen que  las porquerías las haga en otro lado.    

¡Ah! igual que los rusos. ¿Viste que sos uno de ellos? Bueno, aclaremos las cosas, no te voy a tirar una bomba atómica, porque no tengo, pero te voy una flor de pateadura si persistís en invadirme.  Además, como no entiendo tu idioma ni el ucraniano, te voy a hacer callar cada vez que me protestes por algo.