• 30/06/2024

Hermosa postal

Hermosa postal

POR GUSTAVO RUCKSCHLOSS

En la esquina donde Luis tiene su puesto de frutas estaban algunas clientas y, mientras esperaban, conversaban las cuestiones del diario vivir. En general, eran quejas y quejas. Por la falta de plata, porque no alcanza para nada; sobre la política y, en especial, contra los políticos.  Mechado con los chismes del barrio, incluido el choque que don José tuvo ayer con el auto, que a la Susy la engaña el marido o cosas por el estilo.  Ni un solo comentario era positivo ni optimista; ninguno.   

En eso estaban cuando se acercó una vecina llevando un cochecito con un hermoso bebote y, antes de cruzar la calle para seguir su camino, se paró y saludó, y todos la miraron.   

Luis, el frutero, saludó y sacó una banana, y con un cuchillo la partió por la mitad y mientras le sacaba la cáscara se la acercó al bebote.   Este estiró su bracito y la recibió con una enorme sonrisa.   

Con la fruta en la mano, la miró y le sacó uno de esos hilos que traen las bananas y se aprestó a comerla. En eso, la madre le dijo «¿Qué se dice?».   

Entonces, dijo un inentendible gracias mirando hacia los espectadores que veían la escena. Todos se rieron, y cuando se aprestaban a reanudar la marcha, la madre le preguntó «¿y nada más? «, Entonces, casi como queriendo erguirse un poco, con la otra manito se la llevó a la boca y la estiró hacia Luis, como tirándole un besito.

Demás está decir que todos se quedaron boquiabiertos y encantados con el niño y su actitud. 

Nadie se acordó de las malas ondas de la conversación anterior. Ni de nada que no fuera ese momento tierno, lindo, fresco, espontáneo que nos enseñó que, por suerte, la vida sigue y renace así, hermosa y agradecida.     

Fue un gran maestro de vida en un pequeño instante.