• 21/09/2024

El encanto de antiguos autos que circularon por las calles sanjuaninas

El encanto de antiguos autos que circularon por las calles sanjuaninas

Un trabajo preparado por Juan Carlos Bataller
Dibujo y coloración de fotografias por IA: Miguel Camporro.

Según los historiadores, en 1.908 llegan los primeros automóviles a San Juan. Según Horacio Videla fueron Mercedez Benz, Lloyd, Proto, Hispano Suiza, Cadillac y luego los tradicionales Ford y Chevrolet, pronto poblaron las estrechas calles, adoquinadas o de tierra la mayoría.
Dicen que el primero fue un Hispano Suiza del doctor Juan Palá, un Proto de don Luis Ugarte y un Mercedes del doctor Washington Varando. Durante muchos años los coches compartirían las calles con el transporte a tracción de sangre y las robustas bicicletas.

Con la llegada de los automóviles, surgen grandes problemas. Por ejemplo, faltaban caminos adecuados, puentes sobre los ríos, servicios mecánicos, surtidores de combustible, casas de repuestos. No obstante eso, con relativa rapidez las calles se fueron poblando de automóviles, que compartían el espacio con los carros, los sulkys, los break y los tibury.

Atravesar el río era toda una odisea. En las márgenes había baqueanos que “cuarteaban” a los coches cuando estos se quedaban estancados en medio del cauce, arrastrándolos mediante el uso de sogas. Por supuesto, cobraban por el servicio. En otros lugares, como en Calingasta, el río se cruzaba en una balsa, denominada La Cautiva, que era explotada por particulares. Tenía capacidad para tres autos o dos camiones y desembarcaba en las inmediaciones del Cerro El Calvario.

Junto con los automóviles se establecieron las casas que los comercializaban las que, además, brindaban servicio mecánico y venta de repuestos. Las agencias más grandes de la provincia llegaron a ser en los años 50 las de Alberto J. Castilla (Ford) y Pesado Castro (Chevrolet).
Actualmente, grandes concesionarias se encuentran instaladas en la provincia y la venta de automóviles es algo común y cotidiano. Se estima que el 68% de las familias sanjuaninas poseen un automóvil y el 21% de éstas es propietaria de dos o más.

Los Aubone en Barreal
Domingo Aubone Campodónico, Josefina Aubone Deheza de Ossa y Guillermo R. Aubone Deheza, aparecen en esta foto tomada en Barreal en 1943.
El vendedor de autos
Parado, a la derecha del automóvil, aparece don José Lahoz, padre de doña Urbelina Lahoz de Gnecco. Era propietario de una agencia de Ford, en Alto de Sierra. Observe a los vendedores, sobre el Viejo Ford T. La gente de dinero enloquecía por tener su auto aunque la carencia de caminos, la ausencia de mecánicos especializados y las poquísimas “bombas de nafta”, limitaban su accionar. (Foto perteneciente al Museo Histórico de la Provincia Agustín Gnecco)

Don Alberto y su Ford T
Alberto Castilla, fue concesionario Ford en San Juan. En esta foto aparece luciendo uno de los autos que más quería, el Ford T
La patente Nº1
En la fotografía, tomada en el año 1929, aparece don Cándido Rodríguez Vila, quien fuera propietario y director de LV5, llamada entonces Radio Los Andes. El auto es un Buick modelo 27 y tiene una particularidad: la patente número 1 del año 20. (Foto proporcionada por la familia Rodriguez Vila)
El auxilio.
En la soledad de los caminos sanjuaninos, a comienzos de los años 20, el auto ha sufrido una pinchadura. Sobre la pedregosa ruta, el propietario (de botas) observa el auxilio, llegado en la moto con sidecar. Mientras éste emparcha la cámara, un ayudante está inflando con un inflador de pie. (Foto proporcionada por Víctor Rodrigo Navas)
En los salitrales
El auto es de don Francisco Campodónico, fuerte empresario de la época. Aparece en esta foto de 1920 tirado por un caballo y una mula y un par de toros, tras quedar atrapado en los salitrales anegados del camino a Angaco Norte, donde tenía una de sus propiedades. Con don Francisco viajaban Enrique Lértora y Pablo Campodónico. (Foto proporcionada por Raquel Campodónico Yanzi de Porolli y Carlos Campodónico Horta).
Auto de carrera
Esta fotografía muestra a Angel Rodrigo y algunos amigos en un coche de carrera en 1925. Estos automóviles eran toda una novedad por esos años y Rodrigo, así como Jaime de Lara y otros sanjuaninos, era aficionado a ellos. (Foto proporcionada por Victor Rodrigo Navas)
Bólidos en las calles
A mediados del siglo XX eran habituales las carreras de bólidos en el circuito Sarmiento (era las calles Coll, Benavídes y Paula Albarracín de Sarmiento). En esta foto se ve un Ford 27 que conduce Luis Arévalo Balaguer. En vez de casco, el conductor usa una boina. Los autos no tenían parabrisas y la velocidad alcanzaba los ochenta kilómetros por hora.
Mujeres al volante
Caucete en 1930 y como detalle significativo muestra a una mujer al volante. Las mujeres recién comenzaron a conducir en nuestra provincia después de 1920. Según Horacio Videla, la primera fue Julia Ottolenghi, seguida por Julia Pósleman y Pilar Alfonso Mendoza, quien sería años después la madre del conocido publicista ya fallecido, José “Pepe” Galván. Según el historiador mencionado, el hecho de que las mujeres manejaran “fue censurado acremente por muchas de sus congéneres pero secretamente admiradas y envidiadas por todas”.
La baque
Este vehículo se llamaba Baque y pertenecía a Alfredo Romero, que es quien lo conduce. La foto fue tomada en 1927 y el coche era un biplaza descubierto. Atrás, llevaba el tanque de nafta y dos cubiertas de auxilio. (Foto proporcionada por el doctor Guido Romero).
Los autos de antes
Junto a estos viejos autos alineados aparecen, entre otros, Jaime de Lara, Angel Rodrigo, Uldarico Rodrigo
y Recaredo Rodrigo.
Viaje a Córdoba
Esta foto es de 1917 y aparecen Ernesto Aubone y Guillermo Guillemain en un viaje que realizaron a la provincia de Córdoba. En la foto, además de la vestimenta de los intrépidos tripulantes, del para su época moderno automóvil, surge como detalle pintoresco la presencia del hombre que posa atrás subido sobre una escalera. (Foto proporcionada por la familia Aubone)
La odisea de cruzar el río
Atravesar el río era toda una odisea. En las márgenes había baqueanos que “cuarteaban” a los coches cuando estos se quedaban estancados en medio del cauce, arrastrándolos mediante el uso de sogas. Por supuesto, cobraban por el servicio. En otros lugares, como en Calingasta, el río se cruzaba en una balsa, denominada La Cautiva, que era explotada por particulares. Tenía capacidad para tres autos o dos camiones y desembarcaba en las inmediaciones del Cerro El Calvario.
Don Jaime y su coche
Don Jaime de Lara posa junto a su coche con un pie sobre el estribo. La foto fue tomada a finales de los años 20. Don Jaime de Lara no sólo fue un importante empresario; fue también un enamorado de los autos y las motos que, en las primeras décadas del siglo XX, constituían la gran novedad. (Foto proporcionada por la familia De Lara Rpdrigo)
Baños de La Laja
Estos eran los baños de La Laja en los años 20. Un sitio muy concurrido, ya que fueron famosas las propiedades curativas de las aguas termales. La gente ya llegaba en automóvil. Es interesante observar algunos detalles, como la ausencia total de árboles, los caminos de tierra y los sulkys y carros, junto a los animales de tiro, compartiendo el sitio con los autos. La ausencia de cables indica que aún no llegaba la luz a La Laja.