• 21/07/2024

Pompa y circunstancia

Pompa y circunstancia

POR GUSTAVO RUCKSCHLOSS

Desde chico me ha gustado ir a ver los desfiles en las fechas patrias. 

No solo por lo que tienen de significado patriótico en sí, sino por todo ese barullo de sonidos, colores y actuaciones que, en definitiva, forman una fiesta.   

Además, se ve gente diferente a la de todos los días, de un lado y del otro de la calle. 

Por la vereda van pocos padres y muchas madres vestidas como para un desfile y niños y adolescentes corriendo de un lado a otro.  Se agrupan en un lado y enseguida los corren para otro, llevando bandera, estandartes, y el griterío correspondiente. 

Ya en la calle están quienes visten uniformes singulares y, muchas veces, ostentosos. Ropa llena de dorados y cordones, estrellitas y correas. Cosas todas tan diferentes a nuestra ropa común. Gorras, sombreros, birretes y cascos, completan la estampa.

Además de la imagen, se ven las actitudes: órdenes, gritos, gestos y compenetración en el papel que les toca actuar en ese día.     

A medida que se asciende en cualquier escala jerárquica, se ponen más adustos y compenetrados en su papel. Todo esto se condimenta con las marchas pegadizas que avivan una mañana fría.

Gracias a una invitación, pude ver el panorama desde un segundo o tercer piso de un edificio, frente al desfile. 

Como todo, aquello también se veía diferente desde lo alto. Todas las personas se veían más chicas, por la distancia y la altura. No se notaban las jerarquías, los grados ni las jinetas. 

Eran seres humanos todos; las bandas de músicos se oían como realmente tocaban: como seres humanos. Quienes desfilaban, desde allí, se veía como lo hacían…como humanos.   

Aprendí que la altura y la distancia no benefician al patriotismo, a su representación. 

Y sí ayuda a ver que todos somos iguales, del mismo tamaño ante la realidad…. que importa más que la pompa y circunstancia.